martes, 15 de septiembre de 2015

Capítulo 8: Búsqueda.


Las siguientes horas son un rumor de teclas, expedientes criminales, pruebas de ADN, el rastro de mis víctimas. Se siente raro, buscarte a ti mismo, supongo. Aunque más bien estoy intentando desviar la investigación. Ver señales donde no las hay, descartar pistas que puedan incriminarme... Es como un juego, disfruto increíblemente. Y lo mejor es que quien me busca con tanta pericia, me tiene atado a su muñeca, trabajando, codo con codo.
Es como una enorme contradicción. Lo que yo hago es deshacer los pasos que él anda, hacer que mire hacia otro lado. Aunque es muy, muy difícil. El condenado podría encontrarme si no estuviera yo para desviarlo.
Mientras borro expedientes de mi PC, la voz de mi padre rompe el silencio:
-¿Qué tal vas, Light?-doy un respingo, y después masajea mis hombros con sus manos, mientras vuelvo a la calma.
-Su hijo es un perfecto investigador, pone tesón y se ve que le interesa la materia.- L habla por mí.
Yo solo callo.
Horas después, seguimos trabajando. Desconozco la hora, pues llevamos todo el día trabajando sin descansar apenas, solo comiendo ligeros snacks de vez en cuando, que nos trae el silencioso y callado mayordomo de L, con el rostro ensombrecido.
Al cabo de un rato más, L se estira como un gato sobre su asiento, en el cual había estado sentado de cunclillas hasta el momento, como encogido, totalmente concentrado... fiándose de mí, sin vigilar lo que yo hago.
Me mira, con el pelo alborotado y un brillo curioso en la mirada, mientras se sujeta el labio con el dedo pulgar.
Como un niño.
Pasan incómodos segundos, evito mirarle, pero no puedo evadir las súbitas imágenes que se suceden en mi cabeza, imágenes de... bueno. Imágenes de cosas que ni siquiera han pasado, pero, no sé por qué, hacen que me ruborice vergonzosamente, y me intente esconder sobre mis hombros. ¿Por qué? ¿Qué me está pasando?
Soy Kira. Soy Kira. Soy Kira, joder.
Contrólate.
Entonces, L deja de mirarme, como satisfecho por mi reacción, y tirando de mi muñeca con las esposas, anuncia ante los demás investigadores, que, cansados, teclean encogidos sobre sus ordenadores.
-¡Señores!- Dice, como en una explosión de locura. –Acercaos, acercaos. – Repite, de nuevo, como en su mundo, con una voz tranquila.
El grupo de ojerosos investigadores , callados, se reúnen sorprendidos alrededor de L, expectantes. Yo, no con menos curiosidad, me acerco también, aunque procuro no mirar a L a los ojos en ningún momento, aún con la cara oculta entre el pelo.
L, agazapado, nos mira uno a uno, como siempre, examinándonos, con una media sonrisa sádica, y los ojos... los ojos cada vez más oscuros.
-Hay dos opciones. –Dice con voz alta y clara. Y deja pasar unos segundos de silencio.
Agarro la silla con las uñas y me muerdo los labios. Cómo disfruta esto, el mamón.
Deja escapar una risita, y continúa hablando.
-Lo primero que os mandé buscar era información sobre los asesinados. ¿Recordáis? Presidiarios que tienen algo en común. Que han sido televisados. ¿Qué significa esto? Que Kira los conoce por medio de la televisión... e investigando un poco más, vemos que algunos de ellos solo han sido televisados en... -deja un segundo de tensión. Mi calma desaparece. Su sonrisa se ensancha, y su rostro se ensombrece aún más.-Japón. Esto significa, que Kira es japonés.
Una gota de sudor frío recorre mi frente. Mierda, mierda, ¿Cómo he podido ser tan descuidado? Debo arreglarlo inmediatamente. Mi mente empieza a maquinar, mientras un tic nervioso hace que empiece a tamborilear con los dedos de las manos en la silla. Arreglaré esto cuando tenga a mano la Death Note. Esta noche, si es posible.
Kira, contrólate.
Los demás investigadores siguen su razonamiento con admiración. Mi cerco se estrecha, ahora me buscarán en mi país. Esto no va bien, pero aun así, impediré que lleguen más lejos.
-Siguiendo con el proceso de eliminación... -sigue L, tras un susurro de sorpresa y admiración por parte del resto del grupo.--Según el horario en el que se han sucedido la mayoría de muertes, todas entre las 4 p.m y las 10 p.m, nuestro Kira solo ejerce por la tarde ¿Por qué no por la mañana? Porque está ocupado. Y revisando los horarios laborales más comunes en Japón, apenas ninguno coincide con las "horas libres para matar" de nuestro asesino. Sigamos pues. ¿Qué clase de persona querría matar a los criminales? ¿Alguien con una visión distorsionada de un mundo mejor? Alguien con una clase de esperanza, alguien soñador.
Los investigadores le miran, perdidos. Yo... yo solo escucho, conteniendo la respiración.
-¿Y qué personas japonesas son soñadoras, trabajadoras y tienen un horario de mañana? –plantea L, cuidadosamente, con una voz completamente enloquecida pero silenciosa, con una sonrisa que no se molesta en ocultar, como si visualizara a su presa, justo delante de él, sin escapatoria, al alcance de su mano. Como si supiera quién es Kira. –fácil, compañeros. Kira es un estudiante universitario japonés.
Y pasan unos segundos hasta que los demás atamos cabos.
El grupo de investigadores estalla de júbilo y comienza a alabar a L, a elogiarlo, mientras él, distraído, disfruta de su desmesurado avance en la investigación.
Yo... yo apenas puedo creerlo. Noto tirones desde las esposas, pero hay un caos mil veces mayor dentro de mí.
Siento que el mundo se me viene encima. Dios mío, no puedo creerlo, debo desviar la investigación, debo decir algo... No, ahora no. Se me está yendo de las manos, estoy perdiendo el control sobre mi poder, y sobre mí mismo. Jamás me había invadido tal sensación de miedo, ira, impotencia... siento que voy en picado y que no tengo forma de frenar.
Mente fría, Kira. Esto no es un juego, piensa con claridad, eres un asesino. No, no, eres un justiciero, eres... un libertador... Eres Dios, Kira.
Soy Dios.
No deben encontrarme.
No pueden encontrarme.
Soy Kira, soy Dios.

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