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martes, 15 de septiembre de 2015

Capítulo 8: Búsqueda.


Las siguientes horas son un rumor de teclas, expedientes criminales, pruebas de ADN, el rastro de mis víctimas. Se siente raro, buscarte a ti mismo, supongo. Aunque más bien estoy intentando desviar la investigación. Ver señales donde no las hay, descartar pistas que puedan incriminarme... Es como un juego, disfruto increíblemente. Y lo mejor es que quien me busca con tanta pericia, me tiene atado a su muñeca, trabajando, codo con codo.
Es como una enorme contradicción. Lo que yo hago es deshacer los pasos que él anda, hacer que mire hacia otro lado. Aunque es muy, muy difícil. El condenado podría encontrarme si no estuviera yo para desviarlo.
Mientras borro expedientes de mi PC, la voz de mi padre rompe el silencio:
-¿Qué tal vas, Light?-doy un respingo, y después masajea mis hombros con sus manos, mientras vuelvo a la calma.
-Su hijo es un perfecto investigador, pone tesón y se ve que le interesa la materia.- L habla por mí.
Yo solo callo.
Horas después, seguimos trabajando. Desconozco la hora, pues llevamos todo el día trabajando sin descansar apenas, solo comiendo ligeros snacks de vez en cuando, que nos trae el silencioso y callado mayordomo de L, con el rostro ensombrecido.
Al cabo de un rato más, L se estira como un gato sobre su asiento, en el cual había estado sentado de cunclillas hasta el momento, como encogido, totalmente concentrado... fiándose de mí, sin vigilar lo que yo hago.
Me mira, con el pelo alborotado y un brillo curioso en la mirada, mientras se sujeta el labio con el dedo pulgar.
Como un niño.
Pasan incómodos segundos, evito mirarle, pero no puedo evadir las súbitas imágenes que se suceden en mi cabeza, imágenes de... bueno. Imágenes de cosas que ni siquiera han pasado, pero, no sé por qué, hacen que me ruborice vergonzosamente, y me intente esconder sobre mis hombros. ¿Por qué? ¿Qué me está pasando?
Soy Kira. Soy Kira. Soy Kira, joder.
Contrólate.
Entonces, L deja de mirarme, como satisfecho por mi reacción, y tirando de mi muñeca con las esposas, anuncia ante los demás investigadores, que, cansados, teclean encogidos sobre sus ordenadores.
-¡Señores!- Dice, como en una explosión de locura. –Acercaos, acercaos. – Repite, de nuevo, como en su mundo, con una voz tranquila.
El grupo de ojerosos investigadores , callados, se reúnen sorprendidos alrededor de L, expectantes. Yo, no con menos curiosidad, me acerco también, aunque procuro no mirar a L a los ojos en ningún momento, aún con la cara oculta entre el pelo.
L, agazapado, nos mira uno a uno, como siempre, examinándonos, con una media sonrisa sádica, y los ojos... los ojos cada vez más oscuros.
-Hay dos opciones. –Dice con voz alta y clara. Y deja pasar unos segundos de silencio.
Agarro la silla con las uñas y me muerdo los labios. Cómo disfruta esto, el mamón.
Deja escapar una risita, y continúa hablando.
-Lo primero que os mandé buscar era información sobre los asesinados. ¿Recordáis? Presidiarios que tienen algo en común. Que han sido televisados. ¿Qué significa esto? Que Kira los conoce por medio de la televisión... e investigando un poco más, vemos que algunos de ellos solo han sido televisados en... -deja un segundo de tensión. Mi calma desaparece. Su sonrisa se ensancha, y su rostro se ensombrece aún más.-Japón. Esto significa, que Kira es japonés.
Una gota de sudor frío recorre mi frente. Mierda, mierda, ¿Cómo he podido ser tan descuidado? Debo arreglarlo inmediatamente. Mi mente empieza a maquinar, mientras un tic nervioso hace que empiece a tamborilear con los dedos de las manos en la silla. Arreglaré esto cuando tenga a mano la Death Note. Esta noche, si es posible.
Kira, contrólate.
Los demás investigadores siguen su razonamiento con admiración. Mi cerco se estrecha, ahora me buscarán en mi país. Esto no va bien, pero aun así, impediré que lleguen más lejos.
-Siguiendo con el proceso de eliminación... -sigue L, tras un susurro de sorpresa y admiración por parte del resto del grupo.--Según el horario en el que se han sucedido la mayoría de muertes, todas entre las 4 p.m y las 10 p.m, nuestro Kira solo ejerce por la tarde ¿Por qué no por la mañana? Porque está ocupado. Y revisando los horarios laborales más comunes en Japón, apenas ninguno coincide con las "horas libres para matar" de nuestro asesino. Sigamos pues. ¿Qué clase de persona querría matar a los criminales? ¿Alguien con una visión distorsionada de un mundo mejor? Alguien con una clase de esperanza, alguien soñador.
Los investigadores le miran, perdidos. Yo... yo solo escucho, conteniendo la respiración.
-¿Y qué personas japonesas son soñadoras, trabajadoras y tienen un horario de mañana? –plantea L, cuidadosamente, con una voz completamente enloquecida pero silenciosa, con una sonrisa que no se molesta en ocultar, como si visualizara a su presa, justo delante de él, sin escapatoria, al alcance de su mano. Como si supiera quién es Kira. –fácil, compañeros. Kira es un estudiante universitario japonés.
Y pasan unos segundos hasta que los demás atamos cabos.
El grupo de investigadores estalla de júbilo y comienza a alabar a L, a elogiarlo, mientras él, distraído, disfruta de su desmesurado avance en la investigación.
Yo... yo apenas puedo creerlo. Noto tirones desde las esposas, pero hay un caos mil veces mayor dentro de mí.
Siento que el mundo se me viene encima. Dios mío, no puedo creerlo, debo desviar la investigación, debo decir algo... No, ahora no. Se me está yendo de las manos, estoy perdiendo el control sobre mi poder, y sobre mí mismo. Jamás me había invadido tal sensación de miedo, ira, impotencia... siento que voy en picado y que no tengo forma de frenar.
Mente fría, Kira. Esto no es un juego, piensa con claridad, eres un asesino. No, no, eres un justiciero, eres... un libertador... Eres Dios, Kira.
Soy Dios.
No deben encontrarme.
No pueden encontrarme.
Soy Kira, soy Dios.

lunes, 30 de marzo de 2015

Capítulo 7: Autocontrol.

Cuando me despierto, me inundan los ojos un rayo de luz cálida, a través de las cortinas anaranjadas de la habitación. Me desembarazo de las últimas telarañas del sueño y me incorporo despacio, con una dulce sensación de agujetas en la parte de debajo de mi tronco.
¿Por qué tendré estas agujetas?
Y entonces, mis ojos se abren de golpe casi involuntariamente. Me quedo inmóvil en la cama, procurando no hacer el más mínimo ruido, y miro por encima de mi hombro derecho al chico que está durmiendo, plácidamente,  a mi lado.
Quién diría que es el mismo que horas atrás… el mismo que... me ruborizo, y no dejo de extrañarme por eso, pero enseguida sacudo esa sensación de mi mente, y me obligo a pensar en frío. Este es el chico al que tienes que matar, me digo. Eres Kira.
Sin embargo, permanezco mirándole, atrapado en las facciones de su rostro perfecto, blanquecino, casi enfermizo, misterioso. Me acerco muy, muy despacio hasta que de él solo me separan un par de centímetros, y percibo una leve cicatriz que cruza su párpado derecho. Apenas se nota, y sería imposible fijarse en ella a no ser que tuviera los ojos cerrados.
Dormido, L entreabre los labios, levantando levemente la barbilla había mí. Un mechón de su pelo azabache se desliza, silencioso, por su frente lisa y por delante de sus ojos.
No puedo evitar ponérselo detrás de la oreja con mis dedos, temblorosos y torpes.
Podría permanecer mirándolo durante horas…
Sumido en esta sensación de placer y apatía, cierro los ojos, aún frente a mi enemigo, y disfruto sin querer de este momento. Un momento después, al volver abrirlos, me encuentro con los suyos, negros, viscerales, fijos y enormes ojos.
Mi corazón lucha por salir de mi pecho, y noto la sangre subirme a las mejillas, pero aún así tardo en apartarme.
Y cuando lo hago, algo dentro de mí se muere.
Me siento en la cama de espaldas a él, con la respiración agitada y el sudor perlándome la frente y la espalda. Evito mirarle, aunque me muero de ganas de verlo, tumbado entre mis sábanas, casi tan blanco como ellas, con sus labios entreabiertos y sus ojos en frías llamas. 
Y entonces me delato a mí mismo. Por si no era suficiente el rubor de las mejillas y la agitación del cuerpo, noto que algo en mí comienza a calentarse. Y a erguirse.
Mierda, ahora no, joder. Pienso.
Me muerdo el labio y frunzo el ceño de la frustración. Solo espero que no lo note.
Oigo un sutil siseo de sábanas tras de mí, y rezo porque L no se asome y vea mi… reacción.
-Light.-De nuevo, su voz en mi nuca me eriza el vello de todo el cuerpo, y no hace que me baje la erección. –No deberíamos… ¿vestirnos?
Pone su mano, helada, sobre mi hombro. Entonces, inevitablemente, se me viene a la mente su imagen, agazapado detrás de mí, mordiéndome el cuello, desnudo, frío, pero caliente…
-Tienes mucha razón.-Resuelvo con rapidez. Deberíamos hacerlo… ya.
Continúo dándole la espalda, aunque noto la cadena de las esposas tensa a mi derecha, como llamándome desde el otro lado. Pero lo ignoro.
Me visto rápido, con la sensación de que L me observa. Ni siquiera sé si él se está vistiendo, o es sumamente silencioso.
Una vez vestido, permanezco de espaldas a él, incómodo.
-Light… ya puedes girarte.
Pero tengo miedo de que sea otra de sus trampas. Y de nuevo, no puedo permitirme que destroce mis planes. Mente fría, Light, mente fría.
-No hasta que salgas.
Oigo un silencio detrás de mí, y solo lo interrumpe la puerta, al abrirse. Siento un leve tirón de mi muñeca, y lo sigo de espaldas sin girarme, hasta que salgo. Ya fuera, sigo evitando cualquier contacto visual con él.
A partir de ahora deberá ser así. Tengo que acabar con él, tengo que acabar esto ya, y sé que cada vez me será más difícil.
Nos sentamos a desayunar en una mesa común, reunidos de nuevo todos los oficiales con nosotros. En la mesa reina un silencio incómodo, pero aún es más incómodo el silencio que hay entre L y yo. Actúo con normalidad, sin mirarle, ignorándole, completamente. No puedo permitirme las reacciones que él provoca en mi cuerpo, no puedo dejar que vuelva a pasar lo que pasó anoche, le estoy dando el control sobre mi cuerpo, y él no debe tenerlo. Yo lo tendré. Soy Kira.
No dejaré que controles mi cuerpo, L.
Y mucho menos mi corazón.

martes, 27 de enero de 2015

Capítulo 6:Ayer no, hoy sí.


Me despierta un sonido agudo, un pitido constante y repetitivo. Ah, es una alarma, estupendo. Extiendo el brazo para apagarla, a tientas en medio de la noche, y mi mano choca con algo tibio, suave y duro. Lo palpo mejor, y de repente sé lo que es.  Es el hombro de L.

Aparto mi mano súbitamente y contengo la respiración, por miedo a haberle despertado. En la oscuridad, veo su rostro tranquilo, calmado, y me resulta hermoso. Extraño, pero hermoso.

De repente, sus ojos se abren y  se clavan en mí. Sonríe de forma siniestra, dejando entrever unos dientes blancos y afilados, lo que hace que se me asemeje a un depredador.

-Yo… eh, siento haberte despertado, la alarma se ha roto y ha empezado a sonar, y…

-La alarma funciona perfectamente, Light.- Dice, saboreando cada palabra. – Son las doce de la noche. Un nuevo día. Y quiero empezarlo contigo.

-Eh… mira, no entiendo nada, pero yo sólo quiero dormir un poco más… -digo, tanteando para intentar hacerme con la situación, que siento que se me va de las manos a medida que los ojos de L se oscurecen y se llenan de... de algo tenebroso.

Hago un amago de girarme y darle la espalda, para volver a dormirme, pero su mano atrapa mi brazo firmemente, y me coloca boca arriba. Se coloca encima de mí, sentado, y saca algo de debajo de la almohada. No lo distingo, pero antes de que me dé tiempo a quejarme, tapa mi boca con él, con lo que resulta ser cinta adhesiva. Es entonces cuando mi miedo se desata, e intento gritar, pero todo el aire de mis pulmones queda ahogado tras la cinta, convertido en un impotente murmullo. Intento desestabilizarle, derribarle y salir de ahí por patas, pero él es más rápido, y sorprendentemente fuerte. Con unos breves movimientos, ata mis muñecas a la cabecera de la cama, dejando mi cuerpo totalmente expuesto, débil y vulnerable. Entonces, apoya su mano en mi pecho y se agacha hacia mí. Veo mi terror reflejado en su perversión, y sé que él la disfruta.

-¿Dices algo, Light? …. Oh, vamos, no seas tan aguafiestas. He visto el deseo en tus ojos. Me lo llevas pidiendo desde que llegaste, con cada mirada, con cada roce… hm… Light.  No sabes cuántas ganas tenía de tenerte ante mí, así, tan vulnerable, oh….
Se detiene un momento a disfrutar de mi estupefacción, y una sonrisa de auténtico placer asciende a sus ojos, mientras comienza a acariciar mi cuerpo, bajando sus manos por mi espalda, provocándome un escalofrío.

-Por fin ha llegado nuestro momento, Light. –Dice con su voz grave, seductora y ronca por el deseo.

Entonces, agacha la cabeza hacia mí, y me mira unos segundos, a milímetros de mi rostro. Durante un momento pienso, ansío, y temo que me bese, y veo los mismos sentimientos contradictorios en sus ojos, pero pronto los sacude de su mirada, y comienza a besarme, pero en el cuello, desvelando mi punto débil. Siento su aliento por mi nuca, sus mordiscos cálidos y húmedos por mi clavícula y se me eriza la piel. Intento evitar sus labios, removerme, esconderme de él y su perversión, pero solo consigo aumentar un deseo que empieza a nacer dentro de mí, un calor que pide… que siga…

Se me escapa un gemido furtivo mientras levanto la barbilla y cierro los ojos, y se me arquea la espalda, e intento doblar los brazos, que siguen atados a la cama.

Él se detiene, me mira y sonríe, y  durante un momento es un chico inocente, con la ilusión de haber conseguido algo que deseaba, de tener lo que al fin merece…

Y vuelve el depredador.

Sin pedirme permiso, comienza a bajar sus besos, por mi pecho, mi estómago, y… y más abajo…

-Ah….-se me oye a través de la cinta. –Cierro los ojos con fuerza, deseando y temiendo que siga bajando sus besos.

L me mira desde abajo y me sonríe. Asiente. Y sé lo que va a hacer.

Joder, L, joder.

Y empieza.

Al principio es suave, como meciéndome, mientras mi cuerpo va perdiendo el control en movimientos involuntarios. Mi cadera se adapta a su ritmo, se mece, y mi cuerpo con él. Arrugo la frente y maldigo, maldigo a todo esto. A él, a sus ojos perversos, a sus labios expertos y a mí por sucumbir a su placer.
Poco a poco va aumentando el ritmo, la velocidad y la dureza, obligándome a sentir,  y yo siento que me acerco al abismo, que estoy a punto de lanzarme a la oscuridad. Sus movimientos me lideran, me guían, cada vez más violentos, más rápidos, entre el sudor de su piel y la mía rozándose y su aliento en mi cuerpo.

Joder, L… No.

-Sí…-suplico, anhelo.-Vamos, L…. Ah…-L!!!!

L me mira, y da el último empujón, y con él, caigo en un torbellino de sensaciones, en el orgasmo más fuerte de mi vida.

Después, sólo veo su sonrisa. Dulce, embriagadora, y me duermo.


martes, 23 de diciembre de 2014

Capítulo 5: Sentimientos

-¿Pero qué es esto?- Grita mi padre al ver la correa que me une a L. - Ya está, esto es demasiado. Detective, lamento decirle que esto es intolerable ¡Exijo una explicación al momento!
L responde, calmado, como siempre:- Estimado señor Yagami. Debo decirle que mis sospechas sobre su hijo han aumentado notablemente, y, por precaución, he decidido vigilarle yo mismo, de una manera en que ni él ni yo nos podremos distraer. Es una medida preventiva, por supuesto, y cuando pase un tiempo...
-¿Un tiempo?- Mi padre comienza a levantar la voz, extasiado.- ¿Y cuánto es eso, detective? No estoy dispuesto a dejar que mi hijo pase por una humillación semejante, lo lamento mucho, así que o corta esa correa en este instante, o...
-¿O qué?- L, sin embargo, no necesita alzar el tono de voz para callar a toda la sala, e intimidar a mi padre como nunca nadie lo había hecho. Con su voz grave y un tono sarcástico y burlón, se acerca a mi padre y le mira por encima del hombro.-Le recuerdo, señor Yagami, que tengo poder para encerrar a su hijo o a cualquiera de ustedes ante la más mínima sospecha. Su hijo ahora está bajo mi mando.
Se gira y me mira, con ansia, con prepotencia, con locura y... con... con lascivia...
-Su hijo ahora es mío.
Y tira de mí, dejando a todos con la boca a abierta. Extiendo la mano hacia mi padre, y él me mira, y me ve alejarse. Sabe que no tiene nada que hacer.
L me lleva a su habitación, ahora también mía, donde, después de entrar yo, cierra la puerta.
Se apoya en ella y suspira, con los ojos cerrados, y después me mira, y me da la sensación de estar viendo una persona distinta. En sus ojos cansados veo un espíritu dulce, humilde, derretido, sin esperanza, agotado de todo... y en sus labios una media sonrisa desgarradora.
Me sorprendo mirando sus labios, y un incómodo rubor asciende a mis mejillas, devolviéndome a la realidad.
Su sonrisa desaparece.
-Quítate la ropa.
-¿Qu-qué?
-Ya me has oído. ¿O prefieres que lo haga yo?
Reacciono. Me alejo de él despacio hasta que la correa se tensa del todo, y, obediente, le doy la espalda para desnudarme. Lentamente, y encogido, me desvisto. En el silencio, se oye la tela rozar mi piel. Noto su mirada en mí, con sus ojos en mi ropa, que se escurre por mi cuerpo, poniéndome los pelos de gallina.
Por fin me doy la vuelta, y al hacerlo, le veo a él.
También en ropa interior, me mira desde arriba, de nuevo en su prepotencia. Su cuerpo es encorvado, blanco como la cal, delgado y alto, con unas manos fuertes. Su expresión es de águila, con los ojos clavados en mí, observando su presa desde las alturas, sabiéndose vencedor y con el sabor de mi piel ya en sus labios, mirándome de arriba a abajo, relamiéndose...
De nuevo me encuentro pensando estas cosas, y bajo la mirada, avergonzado.
Me meto en la cama, buscando las sábanas para que me tapen, refugiándome de mi captor.
Él se mete también, y tras unos instantes, su voz grave y algo ronca suena en mi oído, acariciando mi nuca, bajando por mi espalda...
-No tengas miedo, Light. No voy a hacerte nada.
Me giro, y ahí está, de nuevo, el L tranquilo, indefenso y herido, con su mirada dolorida, a escasos centímetros de la mía, me besa en la mejilla, con sus fríos labios, y acaricia mi bajo vientre con sus dedos.
No sé por qué, sus palabras no me tranquilizan.
Se gira, y me da la espalda, y noto su calor emanando tras de mí.
Y de nuevo, su voz, a través de una sonrisa casi audible:
-Al menos hoy no.

viernes, 21 de noviembre de 2014

Capítulo 4: Reacción

Tardo varios segundos en reaccionar, y cuando lo hago, las palabras salen de mi atónita boca, como escupidas.
-¿Qué has dicho?
L me mira, sereno, ladea un poco la cabeza, como sin comprenderme.
-Está claro, que a partir de ahora, te ataré a mí hasta que asegure si eres o no Kira.-Y sonríe con inocencia.
Permanecemos ambos en silencio unos segundos, y asimilo lo que va a pasar ahora, mientras a mi mente vienen imágenes incómodas de lo que sucedería si realmente estuviéramos siempre juntos.
Siento el calor ascender a mis mejillas.
-Oh, Light, parece que no te gusta la idea...-me mira, entristecido.
-¡Pero cómo va a gustarme! Lo último que quiero es estar cerca de ti un segundo más.- La voz me tiembla… Algo dentro de mí me hace dudar de si lo que digo es verdad… o no.
L sonríe, intentando disimular su… ¿perversidad? Un escalofrío me recorre la columna.
-Tu comentario me hiere profundamente, querido Light… pero, todo sea por la ciencia, ¿no? Además, no creo que puedas impedirlo…-Y en menos de un segundo, coloca algo en mi muñeca, lo presiona, y suena un “clac”. Hace lo mismo en la suya.
Mierda. Unas esposas.
Separadas por una cuerda.
De… ¿un metro escaso?
-¿Pero qué es esto? ¿Un metro? Es que quieres que me tropiece contigo?
-No me importaría…-Me quedo atónito… y busco otro argumento para librarme de mi condena.
 -¿Es que no vamos a poder ni ir al lavabo separados?
L tarda unos segundos en contestar, segundos casi eternos en los que por nuestras mentes pasan imágenes de lo más… hm… comprometedoras.
-Me temo que tendremos que estar a esta distancia todo el tiempo.-Me susurra al oído, y casi siento su sonrisa en mi nuca.
Acto seguido, se cuelga la llave de las esposas de una cadenita al cuello, y la mete por su camisa.
No sé por qué, el color de mis mejillas no quiere bajar.
-Vamos, Light, seguro que al final no es tan malo…-Me empuja de la espalda suavemente, hacia la salida. Sus manos me queman en las lumbares, como si, en vez de empujarme, me estuviera acariciando…
Antes de abrir la puerta y salir de la habitación, L se pone detrás de mí, presionándome contra la puerta.
Durante un segundo, su cuerpo se pega al mío y lo roza con suavidad, desprendiendo un leve calor.
Y noto algo duro detrás de mí.
-De hecho, quizá pasemos un buen rato y todo…


domingo, 2 de noviembre de 2014

Capítulo 3: Auto-delatado

L me empuja suavemente a través de la puerta, con sus fríos dedos en mis costados, provocándome un escalofrío que me recorre la columna. La luz de la sala me deslumbra, y mis ojos tardan en adaptarse, parpadeando frenéticamente, desorientado.

-Siéntate ahí.-Suena la voz de L, casi en mi oído.

La habitación es toda paredes, suelo y techo blancos. No hay rastro de los demás oficiales. Es bastante pequeña, con un foco cenital sobre una silla que hay en el centro. Miro a L, detrás de mí, y sus ojos desprenden un brillo de astucia y picardía que me erizan el vello de la nuca. Me siento en la silla, que, de nuevo, tiene correas, que el detective me aprieta, sin cruzar conmigo una sola palabra.
Tras unos instantes, me mira desde la oscuridad, y creo distinguir una sonrisa siniestra en la negrura de su mirada.

¿Dónde coño me he metido?

L comienza a caminar hacia mí, despacio, incluso parece que disfrutando de mi situación de ansiedad. Coloca sus manos sobre las mías, inclinado sobre la silla, siempre mirándome con esos ojos negros.

-Comencemos, Light. –Trago saliva.-¿Qué te ha hecho….hm… interesarte por este caso?

Bueno, esta es fácil. Mantén la calma, Light. Mantente en tu papel.

-eh…-finjo sentirme confundido.-La verdad … La verdad es que pienso que Kira debe pagar lo que ha hecho, es un asesino, tan sólo un criminal con demasiado poder… ¡y no debo permitir que siga aterrorizando el planeta!-digo con decisión.

L me mira, pensativo.

-Así que según tú… un criminal… con demasiado poder…- Analiza mis palabras con cautela, y temo haber cometido algún error fatal…-y, según tú,-se acerca a mí, despacio- …¿qué tipo de poder sería ese?

Mierda, mierda. Tengo que solucionar esto antes de que vaya a más.

L  está muy cerca de mí, nuestros rostros a escasos milímetros, puedo incluso oler su esencia, que me envuelve en su aura de misterio y… y algo más. Sus ojos atraviesan los míos, sus labios en una mueca expectante, y sus manos firmes sobre las mías…¿a…acariciándolas…?

-Eh… pues… no sé… Supongo… que tendrá mucho poder… por cómo ha podido asesinar criminales a través de todo el mundo… -Pienso mis palabras cientos de veces antes de dejarlas salir, no habrá más errores… no puede haberlos.

-Hm… bien. –Parece satisfecho, y se incorpora, volviendo a la oscuridad de la zona de la habitación que no está iluminada por el foco. Esto hace que no lo vea, y mis nervios saltan, incontenibles.

-¿Sabes, Light?-Su voz suena en algún sitio por detrás de mí, e intento girar mi cuello para verlo, en vano.-Es muy extraño… -su voz ronca y grave tiene un efecto confuso en mí…-todos los demás investigadores han hablado, como tú, de la inmensa capacidad de Kira.

Y, de repente, su voz suena en mi oído, con su aliento caliente bajándome el cuello, en un susurro que me estremece:-Pero, sólo tú has usado la palabra “poder” en lugar de la palabra “influencia” sobre otros… -Casi siento su sonrisa de triunfo detrás de mí.

Apenas puedo contener un respingo. ¿Cómo ha podido fijarse en esa palabra? ¿Cómo he podido dejarla escapar yo? Esto se me ha ido de las manos en un par de preguntas…

-Me temo, Light, que sabes demasiado como para ser un simple oficial secundario.- Dice, muy serio, delante de mí. –Y las posibilidades de que seas Kira se disparan con cada palabra que dices… -Piensa en voz alta, acariciándose lentamente el labio inferior, algo que… no sé por qué, despierta mis sentidos.
Se gira, dándome la espalda, y sus hombros encorvados se mueven, delatando una risa silenciosa. Cuando se gira, me está sonriendo, pero, no sé por qué, en su sonrisa hay un tinte de complicidad y satisfacción…

-Por eso, voy a tener que atarte a mí, al menos hasta que tenga una sentencia definitiva sobre ti.

¿A…atarme…?

domingo, 19 de octubre de 2014

Capítulo 2: Investigación

-Muy bien, caballeros.- El supuesto L avanza hacia nosotros.Tras una pequeña pausa, nos mira fijamente- Voy a realizarles un examen.- dice, con un brillo de astucia en la mirada.
-Detective... ya hemos dejado las armas en la mesa, ninguno de mis hombres va armado, lo prometo...-Dice mi padre, como excusándose.
-Ah, jaja, no. Tranquilo, señor Yagami, es un examen de conciencia. Veréis, compañeros. Lamento no haberos puesto al corriente de nada, entended, que, si os lo decía, alteraríais el curso de la investigación que he estado haciendo sobre vosotros mismos, y, que, bueno, que me ha llevado a la conclusión de que Kira está entre nosotros.
¿Qué?
Mierda... Mierda... Mierda!! No había contado con que sospechara eso... Esto lo hará todo más difícil. Me obligo a bajar mis pulsaciones, que se aceleran, mientras crece mi nerviosismo. Debo mantener el control... debo seguir actuando, ahora más que nunca.
Mis compañeros lo miran con incredulidad, y Matsuda tartamudea: -Pero... señor... eso es imposible... Nosotros...
-Ah, Matsuda... qué inocente.- Lo interrumpe L, aburrido.- Ese es tu problema, confías demasiado. Por eso yo no cometeré el mismo error. -Saca un pequeño mando de su bolsillo, y pulsa un botón.
Empiezan a oírse a nuestro alrededor cosas moviéndose, como si la habitación en sí se estuviera sellando. De repente, Watari nos ata las manos a las sillas con correas, tan veloz que no nos da tiempo a reaccionar.
-¿Qué se supone que haces?-Grita un oficial, incrédulo.
-Os dije que os haría un examen, y para mayor seguridad, necesito que no os mováis.
Imposible... Esto es imposible... Se me va de las manos...
-Por supuesto, éste será un examen individual, para mayor libertad mía... -dice con una sonrisa siniestra.
L desata a mi padre, y lo lleva al final de un pasillo, donde ambos desaparecen tras una puerta. Pasan los minutos, y no paro de preguntarme qué le estará haciendo, qué tipo de preguntas, de pruebas, para saber que no es Kira... Al cabo de un rato que se me hace interminable, L sale, solo. Mis esperanzas se desvanecen. Si mi padre no viene con él,no podrá decirme qué preguntas le ha hecho, ni yo podré pensar una respuesta creíble... Mierda.
Sin decir una sóla palabra, L va llevándose a los oficiales, uno por uno, que desaparecen tras la puerta blanca, intimidados.
Al final, sólo quedo yo. Que sea el último, no sé por qué, pero me pone muy nervioso. L se acerca a mí, y desata las correas sin delicadeza alguna. Me agarra de la muñeca, con demasiada firmeza para estar tan delgado, y me arrastra por el pasillo. La puerta blanca se acerca, y yo no sé cómo voy a actuar, qué preguntas me va a hacer, ni qué voy a encontrar cuando la cruce.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Capítulo 1: El encuentro

Mi padre, unos cuantos agentes y yo, subimos las escaleras de un hotel, un hotel cualquiera en la ciudad de Tokyo. Todo está tranquilo, y sólo se oyen nuestros zapatos en el suelo. A mi derecha hay un amplio ventanal, por el que se ve la ciudad, siempre despierta. Desde aquí arriba, las personas me parecen pequeñas hormiguitas, tan frágiles... tan inocentes... Pobres incautas personillas... ignorantes de los peligros del mundo. Mientras que yo , con un sólo trazo en mi Death Note, podría acabar con sus vidas en un segundo. 
Ah... qué bien se siente el poder...
-¡Light!-Me llama mi padre en un susurro.-Ven, vamos a entrar.
Nos acercamos a la puerta de la habitación. Detrás de esta puerta está L, el mayor detective de Japón, misterioso hombre que ha resuelto los casos m´s difíciles del mundo entero, a quien nadie nunca ha visto... hasta hoy. Se arriesgará a mostrarse para resolver el caso Kira, un caso que asola el planeta, el mayor caso del mundo, mi caso. Estoy a punto de encontrarme a mi peor enemigo... y él ni siquiera lo sabe.
Uno de los oficiales gira el pomo de la puerta, y la abre despacio. Todos estamos en tensión. Nadie se percata de mi sonrisa siniestra. La puerta se abre, y entramos. No hay luz, y no se vé nada.
-¿Detective L?...- Pregunta mi padre.... No hay respuesta. -...Somos de la comisaría de Tokyo, venimos por el caso Kira.
Tras unos instantes de silencio, se oye una voz.
-Sé quiénes sois, y sé a qué venís. Pero no puedo confiar en vosotros aún, así que dejad las armas en la mesa de la izquierda, quitaos los zapatos, y sentaos por allí.
Suena calmado y calculador... y sorprendentemente joven. "¿Dónde estás, L?" Me pregunto mentalmente, ansioso "Sal, compañero..." .
Oigo a mis compañeros poner sus armas en la mesa. Hago lo mismo, y nos quitamos los zapatos. Sólo puedo pensar en lo astuto que parece ser mi enemigo, dejándonos indefensos en su territorio.
Entonces, se enciende la luz. Estamos en una habitación normal de hotel, sin nada fuera de lo común, ni armas, ni grandes computadoras, ni nada esperable de un detective como L. 
Pero claro, nada era esperable en L. Y eso lo supe desde el momento en que lo vi por primera vez.
Detrás de nosotros hay un chico que parece adolescente, totalmente desaliñado y encorvado, con las manos en los bolsillos. Va descalzo, y se rasca un tobillo despreocupadamente. Lleva un par de vaqueros y una camisa blanca holgada, demasiado grande para él. Está muy delgado, y su piel es de un blanco casi enfermizo. En su rostro, sus enormes ojos negros nos miran fijamente con desconfianza y superioridad, desde lejos. Su pelo negro cae descontrolado en todas direcciones.
-¿Eh.... d-de-detective... L?-Susurra un oficial, no menos sorprendido que yo. 
¿Éste es el gran L? ¿El mismo que ha resuelto los casos más difíciles de la historia? ¿Mi enemigo aférrimo? ¿Un chico flacucho y pálido? Debe de ser una broma...
-Sí, el mismo.-Respónde el chico, con la misma voz de antes, calmada, pausada, controladora.
El chico camina despacio hacia un sillón cerca de nosotros, y parece que va a sentarse, pero hace un movimiento muy extraño, y se queda de cunqulillas en el sillón, encogido, sin dejar de examinarnos. De repente, extiende la mano hacia nosotros, y dice:
-Vuestros identificadores.
Le tendemos nuestras tarjetas, y las examina, una a una, primero a ellas y luego a nosotros. Durante un momento su mirada se posa en mí, y me mira muy intensamente, intentando leer a través de mis ojos. Me fuerzo en parecer confuso, y aparta la mirada.
-¿Cómo te llamas? Le pregunta a uno de mis compañeros.
-M...Matsuda, Touta, detective..
-Bang!-Le interrumpe L, señalándole con la mano formando una pistola. .-No debéis dar vuestros  verdaderos nombres a nadie, ni siquiera a mí. No debéis confiar en nadie.-Dice. -Por esto, a partir de ahora me llamaréis Ryuzaqui. 
Estoy atónito. Sólo necesitaba su nombre para matarlo, y acabar con mi enemigo, y reinar en mi Nuevo Mundo... era lo único que necesitaba... y no lo tengo. Éste tal Ryuzaqui es muy astuto. Demasiado...
Maldigo para mis adentros. Tengo que averiguar su nombre... como sea.

Death Note: ¿Duelo o dúo?

Esta es una fanfiction de Death Note, uno de los animes más famosos conocidos. Este fanfic narra cómo dos enemigos aférrimos buscan cómo matarse entre sí, sin saber cuál es su verdadera identidad, y mientras uno de ellos es consciente de todo y el otro no, entre ellos nace inevitablemente un vínculo más allá del odio. sí, es yaoi. 
Próximo capítulo en breve...!
Holaaa!!
Llevaba mucho tiempo dudándolo, pero por fin me he armado de valor para publicar algo que siempre me ha dado vergüenza...!! Se trata de los fanfictions que escribo, o fics. Para quien no lo sepa, los fics son "historias alternativas" de una historia ya creada. los suelo hacer de libros que he leído, o de animes que he visto... En fin, que aquí habrá yaoi, yuri,yandere y finales alternativos que maquine en mi mente!! Muy pronto empezaré el fic de Death Note, que ya explicaré. Graciaaas