Mi padre, unos cuantos agentes y yo, subimos las escaleras de un hotel, un hotel cualquiera en la ciudad de Tokyo. Todo está tranquilo, y sólo se oyen nuestros zapatos en el suelo. A mi derecha hay un amplio ventanal, por el que se ve la ciudad, siempre despierta. Desde aquí arriba, las personas me parecen pequeñas hormiguitas, tan frágiles... tan inocentes... Pobres incautas personillas... ignorantes de los peligros del mundo. Mientras que yo , con un sólo trazo en mi Death Note, podría acabar con sus vidas en un segundo.
Ah... qué bien se siente el poder...
-¡Light!-Me llama mi padre en un susurro.-Ven, vamos a entrar.
Nos acercamos a la puerta de la habitación. Detrás de esta puerta está L, el mayor detective de Japón, misterioso hombre que ha resuelto los casos m´s difíciles del mundo entero, a quien nadie nunca ha visto... hasta hoy. Se arriesgará a mostrarse para resolver el caso Kira, un caso que asola el planeta, el mayor caso del mundo, mi caso. Estoy a punto de encontrarme a mi peor enemigo... y él ni siquiera lo sabe.
Uno de los oficiales gira el pomo de la puerta, y la abre despacio. Todos estamos en tensión. Nadie se percata de mi sonrisa siniestra. La puerta se abre, y entramos. No hay luz, y no se vé nada.
-¿Detective L?...- Pregunta mi padre.... No hay respuesta. -...Somos de la comisaría de Tokyo, venimos por el caso Kira.
Tras unos instantes de silencio, se oye una voz.
-Sé quiénes sois, y sé a qué venís. Pero no puedo confiar en vosotros aún, así que dejad las armas en la mesa de la izquierda, quitaos los zapatos, y sentaos por allí.
Suena calmado y calculador... y sorprendentemente joven. "¿Dónde estás, L?" Me pregunto mentalmente, ansioso "Sal, compañero..." .
Oigo a mis compañeros poner sus armas en la mesa. Hago lo mismo, y nos quitamos los zapatos. Sólo puedo pensar en lo astuto que parece ser mi enemigo, dejándonos indefensos en su territorio.
Entonces, se enciende la luz. Estamos en una habitación normal de hotel, sin nada fuera de lo común, ni armas, ni grandes computadoras, ni nada esperable de un detective como L.
Pero claro, nada era esperable en L. Y eso lo supe desde el momento en que lo vi por primera vez.
Detrás de nosotros hay un chico que parece adolescente, totalmente desaliñado y encorvado, con las manos en los bolsillos. Va descalzo, y se rasca un tobillo despreocupadamente. Lleva un par de vaqueros y una camisa blanca holgada, demasiado grande para él. Está muy delgado, y su piel es de un blanco casi enfermizo. En su rostro, sus enormes ojos negros nos miran fijamente con desconfianza y superioridad, desde lejos. Su pelo negro cae descontrolado en todas direcciones.
-¿Eh.... d-de-detective... L?-Susurra un oficial, no menos sorprendido que yo.
¿Éste es el gran L? ¿El mismo que ha resuelto los casos más difíciles de la historia? ¿Mi enemigo aférrimo? ¿Un chico flacucho y pálido? Debe de ser una broma...
-Sí, el mismo.-Respónde el chico, con la misma voz de antes, calmada, pausada, controladora.
El chico camina despacio hacia un sillón cerca de nosotros, y parece que va a sentarse, pero hace un movimiento muy extraño, y se queda de cunqulillas en el sillón, encogido, sin dejar de examinarnos. De repente, extiende la mano hacia nosotros, y dice:
-Vuestros identificadores.
Le tendemos nuestras tarjetas, y las examina, una a una, primero a ellas y luego a nosotros. Durante un momento su mirada se posa en mí, y me mira muy intensamente, intentando leer a través de mis ojos. Me fuerzo en parecer confuso, y aparta la mirada.
-¿Cómo te llamas? Le pregunta a uno de mis compañeros.
-M...Matsuda, Touta, detective..
-Bang!-Le interrumpe L, señalándole con la mano formando una pistola. .-No debéis dar vuestros verdaderos nombres a nadie, ni siquiera a mí. No debéis confiar en nadie.-Dice. -Por esto, a partir de ahora me llamaréis Ryuzaqui.
Estoy atónito. Sólo necesitaba su nombre para matarlo, y acabar con mi enemigo, y reinar en mi Nuevo Mundo... era lo único que necesitaba... y no lo tengo. Éste tal Ryuzaqui es muy astuto. Demasiado...
Maldigo para mis adentros. Tengo que averiguar su nombre... como sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario