domingo, 19 de octubre de 2014

Capítulo 2: Investigación

-Muy bien, caballeros.- El supuesto L avanza hacia nosotros.Tras una pequeña pausa, nos mira fijamente- Voy a realizarles un examen.- dice, con un brillo de astucia en la mirada.
-Detective... ya hemos dejado las armas en la mesa, ninguno de mis hombres va armado, lo prometo...-Dice mi padre, como excusándose.
-Ah, jaja, no. Tranquilo, señor Yagami, es un examen de conciencia. Veréis, compañeros. Lamento no haberos puesto al corriente de nada, entended, que, si os lo decía, alteraríais el curso de la investigación que he estado haciendo sobre vosotros mismos, y, que, bueno, que me ha llevado a la conclusión de que Kira está entre nosotros.
¿Qué?
Mierda... Mierda... Mierda!! No había contado con que sospechara eso... Esto lo hará todo más difícil. Me obligo a bajar mis pulsaciones, que se aceleran, mientras crece mi nerviosismo. Debo mantener el control... debo seguir actuando, ahora más que nunca.
Mis compañeros lo miran con incredulidad, y Matsuda tartamudea: -Pero... señor... eso es imposible... Nosotros...
-Ah, Matsuda... qué inocente.- Lo interrumpe L, aburrido.- Ese es tu problema, confías demasiado. Por eso yo no cometeré el mismo error. -Saca un pequeño mando de su bolsillo, y pulsa un botón.
Empiezan a oírse a nuestro alrededor cosas moviéndose, como si la habitación en sí se estuviera sellando. De repente, Watari nos ata las manos a las sillas con correas, tan veloz que no nos da tiempo a reaccionar.
-¿Qué se supone que haces?-Grita un oficial, incrédulo.
-Os dije que os haría un examen, y para mayor seguridad, necesito que no os mováis.
Imposible... Esto es imposible... Se me va de las manos...
-Por supuesto, éste será un examen individual, para mayor libertad mía... -dice con una sonrisa siniestra.
L desata a mi padre, y lo lleva al final de un pasillo, donde ambos desaparecen tras una puerta. Pasan los minutos, y no paro de preguntarme qué le estará haciendo, qué tipo de preguntas, de pruebas, para saber que no es Kira... Al cabo de un rato que se me hace interminable, L sale, solo. Mis esperanzas se desvanecen. Si mi padre no viene con él,no podrá decirme qué preguntas le ha hecho, ni yo podré pensar una respuesta creíble... Mierda.
Sin decir una sóla palabra, L va llevándose a los oficiales, uno por uno, que desaparecen tras la puerta blanca, intimidados.
Al final, sólo quedo yo. Que sea el último, no sé por qué, pero me pone muy nervioso. L se acerca a mí, y desata las correas sin delicadeza alguna. Me agarra de la muñeca, con demasiada firmeza para estar tan delgado, y me arrastra por el pasillo. La puerta blanca se acerca, y yo no sé cómo voy a actuar, qué preguntas me va a hacer, ni qué voy a encontrar cuando la cruce.

No hay comentarios:

Publicar un comentario