Me despierta un sonido agudo, un pitido constante y repetitivo.
Ah, es una alarma, estupendo. Extiendo el brazo para apagarla, a tientas en
medio de la noche, y mi mano choca con algo tibio, suave y duro. Lo palpo
mejor, y de repente sé lo que es. Es el
hombro de L.
Aparto mi mano súbitamente y contengo la respiración, por
miedo a haberle despertado. En la oscuridad, veo su rostro tranquilo, calmado,
y me resulta hermoso. Extraño, pero hermoso.
De repente, sus ojos se abren y se clavan en mí. Sonríe de forma siniestra,
dejando entrever unos dientes blancos y afilados, lo que hace que se me asemeje
a un depredador.
-Yo… eh, siento haberte despertado, la alarma se ha roto y
ha empezado a sonar, y…
-La alarma funciona perfectamente, Light.- Dice, saboreando
cada palabra. – Son las doce de la noche. Un nuevo día. Y quiero empezarlo
contigo.
-Eh… mira, no entiendo nada, pero yo sólo quiero dormir un
poco más… -digo, tanteando para intentar hacerme con la situación, que siento
que se me va de las manos a medida que los ojos de L se oscurecen y se llenan
de... de algo tenebroso.
Hago un amago de girarme y darle la espalda, para volver a
dormirme, pero su mano atrapa mi brazo firmemente, y me coloca boca arriba. Se
coloca encima de mí, sentado, y saca algo de debajo de la almohada. No lo distingo,
pero antes de que me dé tiempo a quejarme, tapa mi boca con él, con lo que
resulta ser cinta adhesiva. Es entonces cuando mi miedo se desata, e intento
gritar, pero todo el aire de mis pulmones queda ahogado tras la cinta, convertido
en un impotente murmullo. Intento desestabilizarle, derribarle y salir de ahí
por patas, pero él es más rápido, y sorprendentemente fuerte. Con unos breves
movimientos, ata mis muñecas a la cabecera de la cama, dejando mi cuerpo
totalmente expuesto, débil y vulnerable. Entonces, apoya su mano en mi pecho y
se agacha hacia mí. Veo mi terror reflejado en su perversión, y sé que él la
disfruta.
-¿Dices algo, Light? …. Oh, vamos, no seas tan aguafiestas. He
visto el deseo en tus ojos. Me lo llevas pidiendo desde que llegaste, con cada
mirada, con cada roce… hm… Light. No
sabes cuántas ganas tenía de tenerte ante mí, así, tan vulnerable, oh….
Se detiene un momento a disfrutar de mi estupefacción, y una
sonrisa de auténtico placer asciende a sus ojos, mientras comienza a acariciar
mi cuerpo, bajando sus manos por mi espalda, provocándome un escalofrío.
-Por fin ha llegado nuestro momento, Light. –Dice con su voz
grave, seductora y ronca por el deseo.
Entonces, agacha la cabeza hacia mí, y me mira unos
segundos, a milímetros de mi rostro. Durante un momento pienso, ansío, y temo
que me bese, y veo los mismos sentimientos contradictorios en sus ojos, pero
pronto los sacude de su mirada, y comienza a besarme, pero en el cuello,
desvelando mi punto débil. Siento su aliento por mi nuca, sus mordiscos cálidos
y húmedos por mi clavícula y se me eriza la piel. Intento evitar sus labios,
removerme, esconderme de él y su perversión, pero solo consigo aumentar un
deseo que empieza a nacer dentro de mí, un calor que pide… que siga…
Se me escapa un gemido furtivo mientras levanto la barbilla
y cierro los ojos, y se me arquea la espalda, e intento doblar los brazos, que
siguen atados a la cama.
Él se detiene, me mira y sonríe, y durante un momento es un chico inocente, con
la ilusión de haber conseguido algo que deseaba, de tener lo que al fin merece…
Y vuelve el depredador.
Sin pedirme permiso, comienza a bajar sus besos, por mi
pecho, mi estómago, y… y más abajo…
-Ah….-se me oye a través de la cinta. –Cierro los ojos con
fuerza, deseando y temiendo que siga bajando sus besos.
L me mira desde abajo y me sonríe. Asiente. Y sé lo que va a
hacer.
Joder, L, joder.
Y empieza.
Al principio es suave, como meciéndome, mientras mi cuerpo
va perdiendo el control en movimientos involuntarios. Mi cadera se adapta a su
ritmo, se mece, y mi cuerpo con él. Arrugo la frente y maldigo, maldigo a todo
esto. A él, a sus ojos perversos, a sus labios expertos y a mí por sucumbir a
su placer.
Poco a poco va aumentando el ritmo, la velocidad y la
dureza, obligándome a sentir, y yo
siento que me acerco al abismo, que estoy a punto de lanzarme a la oscuridad.
Sus movimientos me lideran, me guían, cada vez más violentos, más rápidos,
entre el sudor de su piel y la mía rozándose y su aliento en mi cuerpo.
Joder, L… No.
-Sí…-suplico, anhelo.-Vamos, L…. Ah…-L!!!!
L me mira, y da el último empujón, y con él, caigo en un
torbellino de sensaciones, en el orgasmo más fuerte de mi vida.
Después, sólo veo su sonrisa. Dulce, embriagadora, y me
duermo.
Espero ese 50 sombras de Miko, sep.
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