Buenos días amigos. :) Sé que hace mucho que no escribo, y que cada vez que lo hago digo lo mismo: que lo siento, que no he podido... Pero bueno, es la verdad. Esta vez os traigo un romance que estoy haciendo para un trabajo sobre mi pueblo. Narra una leyenda de la que ya casi no se acordaba nadie, y mi padre y yo queríamos rescatarla, para que no cayera en el olvido, ya que sería una lástima perder esta y cualquier leyenda. Y yo, como enamorada de las leyendas y de los romances que soy, he escrito este romance sobre esa leyenda, que aún no tiene nombre, espero que os guste.
Prestad atención y oíd,
La historia que aquí se
narra
De un rey moro enamorado
De mujer altiva y vana.
Estos muros son testigos,
De afrenta cruel y
amarga.
Corrían tiempos de paz
En las tierras
castellanas.
Llegóse al castillo un
día,
El rey moro de las taifas
Pidióle al rey castellano
Que le prestase posada
A él y todos sus hombres,
Que hacia Granada
marchaban.
Fue noche de luna llena,
Noche clara y estrellada,
Cuando el rey moro la vio
Asomada a una ventana.
Sus manos, dos azucenas.
Sus ojos, dos esmeraldas.
Su pelo, oro bruñido,
Caía sobre su espalda.
El dardo del dios Amor
En su pecho se clavaba
Contemplando a la
princesa,
Bajo hermosa luz de
plata.
Vente conmigo, mi dueña,
Vente conmigo a Granada,
Que mi reino nazarí
Es la perla musulmana.
Allí vivirás dichosa,
Y libre de todo mal.
Perfumarás tus cabellos
Con aromas de azahar.
Te servirán cien
doncellas,
Con túnicas de azafrán.
EL néctar de dulces
frutas
En copas de fino cristal.
Y refrescarán tus labios,
Tus labios de fino coral,
Aguas de Sierra Nevada,
Del más puro manantial.
Contestóle así la dueña,
De este modo le fue a
hablar;
“Para casarte conmigo
Non te basta el platicar.
Que mi amor es prenda
cara,
Pues tal es mi dignidad.
Si
porfías en tu empeño,
Una
empresa cumplirás.
Solo una
tarea te pido,
Solo
una, nada más:
Trae el
agua a mi castillo
Desde el
fresco manantial.
Una
condición te pongo,
Que has
de cumplir, no más.
Que
antes de que el sol asome,
Por su
ancho ventanal,
La obra
estará acabada,
Y el
agua vida dará
A este
mi jardín florido,
Que es
mi alivio y mi solaz.”
El rey,
preso en amores,
al punto
va a convocar
los
mejores arquitectos
de
Granada et cristiandad.
Miles de
obreros llegaron
Para la
obra acabar.
“dejad
que ponga una piedra”
Se les
oía gritar,
Tal era
la muchedumbre
Que
reunida era ya.
El sol
levantó su frente,
Y al
punto se oye sonar
Una
fuente de agua clara,
Que
inunda el jardín real,
Y
abastece los aljibes
Con
rebosante caudal.
Despertóse
entonces ella,
Oyendo
el agua cantar,
Y
asomada de la torre
Al rey
moro fue a encontrar
“terminada
es tu obra
Et tu
deseo verdad.
Cumple
ahora tu promesa
y en granada me has de amar”.
Viéndose
ella en tierra mora,
Por su
orgullo y vanidad,
Arrojóse
de la torre,
Bien
oiréis lo que dirá:
No seré
yo mora cautiva.
Mejor
muerta en cristiandad.
Llora el
moro amargamente,
No
cesaba de llorar
Y sus
lágrimas amargas
Lleva el río hacia la
mar.
Elena Cejuela.
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